Cuidadito con lo que dices

Cuando llevas un tiempo viviendo en un país donde la lengua en la que se habla no es la tuya, te acostumbras fácilmente a llevar a cabo una serie de hábitos no muy adecuados. No, no; no me refiero a darse a las drogas ni nada por el estilo (que habrá quien también), sino a la fea costumbre que se adquiere de decir todo lo que se piensa en voz alta.

Un impulso incontrolable

Pongamos la siguiente situación: vas andando por los apretados túneles del metro junto a una amiga (también española) y, casualmente, te fijas en que la mujer que tienes delante lleva unos leggings viejunos que se transparentan y se le ven todas las bragas (-nota mental: queridas amigas inglesas, por favor, miraos al espejo cuando os pongáis los leggings y si no queréis tirarlos, a pesar de que estén carcomidos, por lo menos no os pongáis un tanga rosa con ellos-). En fin, reflexión a parte, sigamos con la historia. Como decía, tú y tu amiga os fijáis en la Miss leggings transparentes. ¿Qué haces? Pues lo más civilizado y correcto posible: comentar en voz alta y con toda la naturalidad del mundo “mira la tía esta que se le ven toas las bragas rosas… vaya tela!“. Oye, que te quedas la mar de a gusto…

El problema viene cuando la ciudad en la que vives recibe millones de turistas cada año que hablan o entienden tu misma lengua. Tú, que has adquirido ya el vicio de rajar en voz alta de todo aquel que te venga en gana, te puedes encontrar en una situación más que comprometida.

Tierra trágame

Hace unos meses estábamos saliendo del Borough Market con prisa para coger el metro, cuando una señora se me cruzó y me cerró el paso. ¿Cuál fue mi reacción? “Cooooño con la señoora!” (sí mamá/papá, me habéis pagado unos estudios y esta es mi elegante y refinada palabrería). Lo fuerte vino cuando la señora respondió “Coño coñoo ¿qué?“. En ese momento no sabía dónde meterme, así que disimulé como pude, bajé la cabeza, miré para el suelo y me dirigí a toda prisa hacia el metro…

Muérdete la lengua

El anterior es sólo un ejemplo de los muchos que podríamos contaros. Y es que es algo que se mete en tu subconsciente. Te acostumbras a decir lo que piensas en voz alta. Es algo que en España no hacías para nada y que debes evitar si no quieres recibir una torta algún día.

De esta forma, especialmente los findes y en los periodos de vacaciones, cuando en Londres se escucha más español que inglés, hay que tener cuidadito con lo que se dice. Por mi parte, me tocará morderme la lengua cuando vea la próxima amiga con leggins tranparentes y bragas rosas, no sea que se trate de una española y me acabe cayendo una bofetada 😉

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3 comentarios
  1. A mí tb me pasó esto en Berlín. La pareja joven alemana en cuestión, habían estado estudiando en Madrid. Quisimos dárnoslas de chulitos, y nos entendieron a la perfección. Chascoooo, les invitamos a una Beer y comentamos temas comunes de Madrid, pero esuvimos avergonzados todo el tiempo.

  2. Recuerdo que también le pasó a un amigo mío, estábamos unos cuantos hablando apoyados en el escaparate de una tienda y pasó una señora con carrito y bebé y le chafó un pie, a lo que mi amigo soltó: “Sí, si quieres cháfame más” a lo que ella contestó tajante y de muy mala ostia “¡Hombre es que si estás en medio de la acera…!” Y nadie del grupo pudo resistir partirse. Siempre me acordaré!

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